Bonificación tripartita

El día que decides dejar de recomendar por inercia

Era un jueves. No pasaba nada especial.
Una paciente te pidió “lo de siempre”: el producto que recomiendas casi en piloto automático desde hace años.
Tú asentiste, fuiste a por él, lo dejaste en el mostrador… y te escuchaste decir la frase habitual.

Pero, de repente, algo se rompió por dentro:
no supiste explicar con claridad por qué ese, y no otro.

No porque el producto fuera malo.
Sino porque te diste cuenta de algo incómodo: lo estabas recomendando por costumbre, no por criterio.

Y en farmacia, la costumbre puede ser peligrosa. No por malicia, sino por desactualización silenciosa.

La inercia: el “modo automático” que te roba autoridad

La inercia en farmacia no se nota… hasta que se nota.
Tiene formas muy concretas:

  • Recomendar lo que siempre funcionó, aunque el paciente sea distinto.

  • Repetir discursos de marcas sin revisarlos.

  • Pautar igual a todos “porque no hay tiempo”.

  • Quedarte con el producto que te sabes de memoria, no con el que mejor encaja.

Y el riesgo real no es solo clínico.
El riesgo es de credibilidad.

Porque el paciente actual no solo compra: pregunta, compara, duda, vuelve con información externa.
Cuando detecta que tú recomiendas “porque sí”, pierde confianza aunque no lo diga.

Por qué pasa (y por qué no es culpa tuya)

La inercia aparece por una mezcla explosiva:

  1. Fatiga cognitiva
    Decides todo el día. Y el cerebro, para sobrevivir, automatiza.

  2. Exceso de opciones
    Hay demasiadas alternativas. Y en exceso, el sistema operativo humano elige lo conocido.

  3. Falta de tiempo para revisar
    No revisas porque no quieres, sino porque el día a día te come.

  4. Formación fragmentada
    Sabes cosas, pero no siempre tienes un marco para ordenar y decidir.

En Farmaschool lo decimos claro:
la inercia no es incompetencia. Es un sistema mal diseñado.

El “click” profesional: pasar de recomendar a decidir

Ese día, cuando te escuchaste a ti misma no saber justificar la recomendación, ocurrió algo valioso:
recuperaste conciencia.

Y ese es el inicio de una farmacia más profesional.

Porque el salto no es saber más productos.
El salto es tener un método para decidir aunque vayas con prisa.

Método Farmaschool: “3 preguntas que rompen la inercia”

Cuando estés en modo automático, usa este filtro rápido:

1) ¿Qué problema exacto estoy resolviendo?
(no “hidratación”; sino “sequedad + tirantez + barrera alterada”)

2) ¿Qué característica del paciente cambia la recomendación?
(piel reactiva, edad, rutina actual, presupuesto, adherencia realista)

3) ¿Qué argumento clínico diría en 10 segundos?
si no lo sabes, quizá es inercia.

Si no puedes justificarlo con claridad, no lo recomiendes aún. Reencuadra.

Señal de farmacia excelente

Una farmacia excelente no es la que “vende bien”.
Es la que se atreve a revisar lo que hace, incluso cuando lleva años haciéndolo.

La inercia tiene una trampa: te da velocidad, pero te roba autoridad.
El criterio hace lo contrario: puede ser más lento al principio… pero te convierte en referente.

Y en 2026, la farmacia que gana no será la que más productos tenga.
Será la que más claridad profesional transmita en cada recomendación.

¿Te ha gustado? Ayúdanos a difundirlo:   Facebook Whatsapp Telegram Twitter

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *